Que aburrimiento. Una taza de café es lo único que me
acompaña en esta tarde. Aquí sentada en una cafetería, frente al hospital donde
decenas de pequeñas criaturas nacen día a día, dejo morir mis ideas.
Pienso y busco el instante aquel donde te encuentro en un
mar de aras, Sentir de nuevo la desesperación con la cual te busco entre todos,
hundida en sentimientos encontrados, como quien no quiere la cosa aunque la
desea, como el que es advertido: no lo hagas, aun así lo hace, sabiendo lo que
va a pasar. Y de pronto, ¿qué pasa? Creo verte, sabiendo que no debería, porque
tu presencia alborota las mareas y no hay más que tempestades, y una vez inicia
una no puedo detener la siguiente, hasta que me veo ahí… con el agua al cuello
y me digo: lo que me he buscado a pesar de que no sé nadar en aguas profundas.
(Una señorita se acerca a retirar la bandeja con mi taza vacía…
hoy si me encuentro totalmente sola… mente rodeada de miradas de duda).
El poder del pensamiento es infinito, dicen por ahí, tanto
que siento que puedo invocarte y traerte a mí… ¿Y si se me cumple? ¿Qué haré
cuando te vea? ¿Quiero solo verte o quiero conversar contigo?... Llego a un
punto en que todo esto deja de tener sentido. Veo los buses pasar, esos que se
dirigen a dónde vives. Los veo y te busco, sabiendo que no estás ahí… Tu estas allá
y yo aquí. Mi pensamiento no te trajo a ningún lado más que a mi cabeza y a
este escrito, Las historias con final infeliz siempre quedan inconclusas porque
el vacio no es un cierre de ciclo, por eso me paso extrañando ausencias. Ni
hablar de ti, ni buscarte o verte solucionaría lo ocurrido. Lo que tenemos que
vivir para aprender, cariño mío.
Tú allá y yo aquí. ¿Cuándo iremos a asimilarlo? El corazón no
siente mejoría, y es así, una constante rutina, un círculo vicioso, un sinfín de
horas de espera, esperando nada.
Una historia, enseñanzas, tristezas, alegrías, pensamientos
y un amor que vuela en un cielo infinito.
Son las 3:50 pm y sigo aquí viendo el mar de caras, añorando,
soñando ver la tuya… para acercarme a ti, verte a los ojos y en una mirada
decirte lo fuerte que me latía tu corazón, luego caminar… buscando la salida de
esta cualquier cafetería, pues es tarde y la espera terminó.
Casi un año y $1.60 me costo este escrito.
He aquí mi despedida a ti.
3 comentarios:
¡Qué bien transmites! Me he visto a mí misma sentada frente a esa taza de café..., anhelando y deseando verlo, y como tú bien dices, "esperando nada". Conozco muy bien esos sentimientos, recientes aún. Escribo también en un blog, y busco otros blogs que leer, y no termino de encontrar una lectura como la tuya, que me transmita tanto. Un saludo y te seguiré
Pilar, muchisimas gracias, no sabes que alegria me invade al leer tu comentario, lo aprecio mucho.
Pasaré a leerte en estos días.
Bienvenida a mi sueño.
Acabo de terminar mi taza de café. El último trago me supo amargo, como cancerígeno, como a lágrima sin miel, vacío, y me asusté. De inmediato busqué tu blog, como intentando endulzar el reflujo que mi alma devolvió. Encontré bálsamo aquí, o quizá el bálsamo me encontró a mí... cosas de física cuántica y átomos románticos... y aprendo de ti, en este momento, que no importa la inmortalidad ni la inmunidad al todo. Lo que importa es justamente absorber de hermosa manera los caprichos de las estrellas. El tiempo se nos escapa, los años nos sobrepasan no sin antes carcajearse en nuestra cara, pero eso que es eterno ridículamente echa velas en el más absoluto mar de lo absurdo.
Odié lo eterno y amé lo efímero. Esa es mi tragedia.
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